jueves, 22 de diciembre de 2011

PERO!!!

Otro tema es que los muy cabrones no contratan a nadie que no sea chino, por lo que no crean ocupación, los muy cabrones seguro que disfrutan de ayudas por ser inversión de capital extranjero, los muy cabrones se llevan los beneficios a china y los muy cabrones seguro que las piruletas, cacahuetes, palomitas y el detalle lo traen de china y no generan riqueza en nuestro país!!!

APRENDAMOS

Hoy os quiero explicar una pequeña anécdota que me paso ayer con mis hijas, y que hace que entendamos mejor que o te adaptas al territorio, o no vendes un carajo.

Nos pusimos los patines en Línea dispuestos a hacer una buena ruta por diagonal mar, forum, front maritim, etc.... Al rato de patinar, mi hija pequeña Irene y un servidor, ya teníamos ganas de ir a tomar un refresco y al lavabo...... Pronto encontramos un bar abierto y como no, eran de unos Chinos!! y con una sonrisa nos preguntan que queremos. Agua para las niñas y coca cola para un servidor. Acto seguido nos traen 1- una tapa de cacahuetes!, 2- después un pequeño bol de palomitas!!, 3- luego un detalle con la excusa de que es navidad!!! y 4- al irnos 2 piruletas para las niñas!!!!. También tenían puesto el partido del barça en la tele....
Para flipar, igual primero pasaron por Andalucía, ya que aquí hace tiempo que no regalamos nada por un agua y una coca cola!!. Esta claro que quien se adapta al territorio y conoce las costumbres y necesidades del país, son los que van a vender algo en esta nueva etapa. Igual tendremos que empezar a trabajar los viernes por la tarde, o los sábados, y porque no los domingos. También podemos seguir quejándonos desde nuestro sofá, mientras otros abren los domingos por la mañana.

LA NUEVA REALIDAD


La nueva realidad
Ahora que lo coyuntural parece estar convirtiéndose en estructural, la sociedad occidental está
viviendo momentos de angustia, desasosiego e incluso conflicto porque no somos capaces de
adaptar nuestros esquemas mentales a la nueva realidad, en la que tenemos que
acostumbrarnos, entre otras cosas, a ser más pobres. Porque cuanto más tarde aceptemos la
nueva realidad, más sufriremos.
Los países emergentes consumen materias primas en demasía, mientras que Occidente
consume dinero en exceso. Por ponerle un ejemplo, China tiene más de un 20% de nuestra
deuda y la de otros muchos países occidentales, entre los que también se encuentra Estados
Unidos.
Por otra parte, los avances tecnológicos hacen que gran parte del trabajo que en el pasado se
tenía que hacer en un lugar físico y a una hora determinada pueda trasladarse a cualquier parte
del mundo y a cualquier hora, haciéndose realidad el viejo sueño de los economista neoclásicos:
el trabajo debe hacerse allí donde se haga más eficientemente.
Además, las personas que hacen este trabajo son numerosas (se calcula que en 2050 sólo entre
India y China sumarán el 40% de la población mundial, mientras que la Vieja Europa –nunca
mejor dicho lo de Vieja– sólo supondrá un tímido 5%), están excelentemente preparadas –se
prevé que en 10 años el 80% de los ingenieros sean indios– y consideran que una jornada de 80
horas a la semana es un trabajo a tiempo parcial.
Esto hace que China e India –además de Rusia, Brasil México y Corea del Sur– se hayan
convertido en dos inmensas máquinas de deflación mundial, abaratando productos y servicios y
poniendo en jaque la supremacía de Occidente.
Además, esta situación está aderezada con la salsa de una crisis disruptiva que no gusta al
exquisito y mal acostumbrado paladar de Occidente, y que está acabando hasta con el concepto
tradicional de Estado-Nación.
Mi consejo para esta semana es que, si no tenemos poder para cambiar esta nueva realidad,
adaptemos cuanto antes nuestros esquemas a ella. De lo contrario, sucederá lo que nos ocurre
ahora: un conflicto entre la añoranza del pasado y la zozobra de la incertidumbre del futuro.